Cubriendo a los niños y el trauma: Una Guía Para los Profesionales del Periodismo

A Spanish-language version of the Dart Center's guide to covering children in traumatic situations.

Un perro ataca a un niño de edad pre-escolar en un parque, hiriéndolo gravemente.

Un padre mata a golpes a su bebé.

Un tornado arrasa con una comunidad, atrapando a muchas familias dentro de sus casas.

Terroristas atacan el 11 de Septiembre (9/11), dejando miles de niños llorando la muerte de los padres que perdieron.

Cuando los niños son víctimas de la violencia, los periodistas tienen la responsabilidad de reportar la verdad con compasión y sensibilidad. Los niños no son mini-adultos; ellos merecen una especial consideración cuando son parte de las noticias.

Sin embargo, pocos periodistas tienen experiencia entrevistando niños para historias cotidianas, menos aún cuando ocurre una tragedia. ¿Qué normas básicas se aplican en estos casos? ¿Es correcto entrevistar a los niños concentrados a las afueras de su escuela después de que uno de sus compañeros a matado a tiros a unos de sus profesores? ¿O en el hospital después de un accidente automovilístico?

¿Se deberían nombrar a las víctimas de abuso infantil en una cobertura informativa? ¿A los menores que cometen un crimen? ¿Cómo se encuentra un balance entre el derecho que tienen los niños a la privacidad y el poder de contar historias poderosas y fascinantes?

El estar expuestos a la violencia afecta a los niños y a los adultos de formas diferentes. Sin embargo, los niños son igual de vulnerables al estrés postraumático y a otras secuelas emocionales de la violencia y la tragedia.

Los periodistas pueden escribir historias que ayuden a educar a los padres sobre cómo reconocer el trauma emocional en sus hijos. También pueden fomentar el bienestar [emocional] de una comunidad entrevistando a aquellas familias que se encuentran reconstruyendo sus vidas después de un desastre. Los editores pueden sopesar el impacto de las imágenes visuales gráficas en los lectores jóvenes cuando deciden qué publicar o transmitir.

¿Y sobre los periodistas mismos? Aún el periodista más experimentado puede verse profundamente afectado al cubrir una historia sobre un niño maltratado, o al tomar fotos de un incendio en una casa en la cual perecieron niños. El ser testigo de la violencia tiene un costo emocional que los periodistas frecuentemente no admiten o reconocen. Cuando la víctima es un niño, las secuelas generalmente son peores.

La cultura tradicional de la sala de redacción ha dictado que los periodistas se traguen sus sentimientos y que sigan adelante como si nada hubiese pasado. En el calor del momento, una cierta distancia es necesaria para llevar a cabo el trabajo. Sin embargo, con el pasar del tiempo, ignorar nuestra agitación interna puede llevar al entumecimiento emocional y el síndrome de burnout [también llamado síndrome de desgaste ocupacional]. Los periodistas, al igual que los policías y los bomberos, necesitan encontrar maneras saludables para lidiar con el sufrimiento que enfrentan a diario.

Lo último que cualquier periodista quiere hacer es empeorar el dolor de las jóvenes víctimas con una cobertura insensible. Estos consejos tienen la intención de producir una cobertura más considerada y sensible cuando el sufrimiento de los niños se vuelve noticia.