Cambian las reglas cuando los sujetos son menores de edad

Estos “consejos rápidos” sobre cómo entrevistar a los menores de edad, fueron escritos para el taller “Saliendo de las sombras: Cómo reportar sobre la violencia doméstica”, presentado en el Centro Dart en el 2011.

Las noticias que tienen que ver con los niños y adolescentes se ubican entre las más difíciles de enmarcar, investigar y reportar. Denunciar situaciones de la violencia doméstica en las que están involucrados niños y jóvenes plantea desafíos éticos, jurídicos y prácticos. Al trabajar con niños, y todas las obligaciones de proteger a los protagonistas niños y adolescentes, muchas de las reglas tradicionales del periodismo ya no funcionan. Para entrevistar a los niños se necesitan habilidades especiales y la tenacidad, el permiso necesario de los adultos o autoridades, el tiempo para conseguir tal permiso, y la paciencia de luchar con historias complicadas.

A pesar de los obstáculos, las noticias que tienen que ver con los niños y adolescentes son apremiantes y exigen la atención de los periodistas. Los niños y los adolescentes pueden ser testigos de la violencia en sus hogares. Más tarde ellos mismos pueden experimentar el abuso y/o volverse violentos en sus propias relaciones íntimas. Hay una conexión clara: ver el abuso de los padres es el factor de riesgo más fuerte (aun más fuerte que el de bajos ingresos, por ejemplo) para que los niños se conviertan en abusadores ellos mismos. La violencia doméstica es un comportamiento aprendido. Se pasa de padres a hijos.

En los Estados Unidos, uno de cada diez estudiantes en la preparatoria ha experimentado violencia durante el noviazgo. De hecho, los adolescentes son dos veces más propensos que cualquier otro grupo a denunciar el abuso por una pareja íntima. Esto significa que para los adolescentes, la violencia en el noviazgo es casi tan común como la obesidad, a la par de conducir después de tomar, y más común que fumar.

A finales de los 1990, el Centro para el Control de las Enfermedades comenzó a analizar cómo es que las experiencias adversas en la niñez (adverse childhood experiences o ACE, por sus siglas en inglés) afectan a los individuos en el futuro. Los resultados fueron más allá de lo que muchos habían considerado posible. Algún factor de abuso en la niñez (tales como el abandono, ser testigos del abuso, o ser abusado/a) es mucho más común que lo previsto, y, según el estudio, afecta entre 50 y 60 por ciento de los niños y adolescentes. Además, estos factores de estrés tienen graves consecuencias a corto y largo plazo: Tales niños y adolescentes toman peores decisiones de salud, caen más en el alcoholismo y el tabaquismo, y están en riesgo para problemas de salud mental, tales como la depresión y la ansiedad. (Vea una presentación de Robert Anda, investigador del CDC, sobre el estudio de la ACE.)

Jan Hoffmann, periodista para el New York Times, y Elaine Korry, corresponsal de la Radio Pública Nacional, han reportado mucho y de manera innovadora de estos y otros hallazgos y tendencias. Ambas coinciden en que los periodistas tienen que acercarse a los niños y adolescentes involucrados en las historias sobre la violencia doméstica, para poder mostrar que el abuso no es sólo una estadística abstracta; es real y lleva consecuencias para los niños individuales, para sus familias, y para la comunidad. Sin embargo, esta misión periodística viene con una responsabilidad significativa para proteger a los individuos más vulnerables que va a encontrar cualquier periodista.

Aquí hay algunos consejos sobre lo que les ayuda a navegar los desafíos de reportar sobre los niños y adolescentes, seleccionados de temas más extensos de Hoffman y Korry archivados en línea.

Jan Hoffmann, periodista, The New York Times

Siempre vendrán momentos en su vida profesional en los que tiene que averiguar “la regla de las 3:00 a.m.” ¿Qué es lo que le va a quitar el sueño, y mantenerlo/a sin dormir, porque siente que tal vez no ha hecho lo correcto? En tomar decisiones de cómo es que usted va a hacer su reportaje, una de las cosas más difíciles es cómo asegurar que se protejan a los niños que son vulnerables. Cualquier persona estaría sorprendida por la información que no pongo en algunas de mis historias. Al final del día, tomo cada decisión usando “la regla de las 3:00 a.m.” Siempre trato de errar por el lado de la precaución.

A los niños y adolescentes les encanta hablar con usted. Ellos quieren confiar en usted. Ellos viven en una cultura muy influenciada por los medios de comunicación, en donde todo el mundo es una estrella. Cuando lo/a ven a usted con un micrófono, creen que va a convertirlos en estrellas. Hay que ser muy específico acerca de lo que usted está haciendo. Lo peor que puede decir es: “Confía en mí”. Usted tiene que ganar su confianza.

Las reglas que usamos en el periodismo cambian cuando estamos con las personas vulnerables. No quiero meter a un niño/a en problemas. No quiero que sufra por algo que dijo, sin reconocer las consecuencias de decir cosas a un periodista. Esto no se traduce necesariamente a los adultos. Tengo lo que yo llamo una “escala móvil” de consentimiento informado. Tampoco están los adolescentes en una condición de dar su consentimiento informado. Una vez más: hay que protegerlos.

Yo siempre entrevisto a los niños y adolescentes “fuera del récord”, para darles la oportunidad de hablar libremente. Después de repasar y poner en orden el material, y después de decidir lo que me gustaría publicar, vuelvo a ellos una vez más. Hablo con ellos acerca de lo que ellos creen que esté bien o no de publicar.

Los periodistas nunca deben convertir a los niños y adolescentes en víctimas nuevamente. En lugar de centrarnos demasiado en un solo caso, podemos crear un contexto más grande y poner las historias individuales dentro de él.

Al crear su reportaje, cuestione sus suposiciones. Tire a la basura la sabiduría recibida. Ilumine la complejidad. Obtenga tantos puntos de vista como sea posible. Esto es esencial cuando estamos reportando sobre niños y adolescentes.

Recuerde que no todas las víctimas son nobles. Ahí es donde se pone complicado. Eso es bueno. Honramos la historia cuando mostramos que es complicada. Resulta en un mejor reportaje.

En The New York Times, nunca usamos ningún nombre falso. Si alguien no quiere revelar su identidad en una historia, escribimos la razón. Asegúrese de que conoce las políticas de su organización noticiosa y comuníquelas claramente a sus entrevistados. Establecer expectativas claras y rectas es una clave para no quedarse despierto/a a las 3:00 a.m.

Elaine Korry, Corresponsal, Radio Pública Nacional

  • Con frecuencia hago reportajes sobre niños y adolescentes que viven en una casa de acogida (foster care, en inglés). La primera cosa que cualquier periodista debe saber es que estas historias toman tiempo. Se extienden por meses. Asegúrese de que sus editores entiendan eso.
  • Una cosa es clara: estos niños comienzan con los niveles más altos de ACE (experiencias adversas en la niñez). Casi todos los niños que he conocido en las casa de acogida han sido expuestos a la violencia. Al tener seis, siete, ocho años, tienen historias horribles que contar, y al madurar las traen a sus relaciones.
  • Estoy totalmente de acuerdo con la “regla de las 3:00 a.m.” de Jan. Yo la llamo la “regla de contacto visual”. Al final del día, tengo que ser capaz de mirar a los ojos de ellos y no tener vergüenza o estar apenada de lo que estoy haciendo.
  • Creo que es importante entrevistar a los niños, incluso a los más jóvenes, no por el contenido sino para demostrar que hay personas reales detrás de las historias. Especialmente en la radio, es bueno que la gente pueda escuchar la voz de la persona que está hablando. Incluso si es sólo una niña pequeña mostrándome su cartelón de Hannah Montana en su dormitorio. Así es como ella se llena de vida.
  • A medida que crecen y usted puede entrevistar a los adolescentes para el contenido, la cosa más importante es saber que a veces los adolescentes son fisiológicamente incapaces de anticipar las consecuencias de sus acciones. Esto es cierto para todos los adolescentes. Esto ayuda a explicar por qué los adolescentes, quienes de otra manera son inteligentes, a veces hacen cosas muy lamentables. Actúan impulsivamente.
  • Como consecuencia, usted debe tener mucho cuidado. Tiene que explicar varias veces lo que significa estar “en récord”. Puedo sentarme allí con un micrófono, y ellos piensan que están en la televisión. Yo les muestro la grabadora, hablo del proceso de grabar para la radio, y les explico lo que significa difundir su historia en la radio.
  • Hay que hacerles saber de antemano cuál es el propósito de la historia, y qué está buscando usted en la entrevista. Los adolescentes a menudo piensan que sólo queremos hablar de los aspectos positivos. Prepárelos, diciéndoles que usted está interesado/a en toda la historia y que le preguntará acerca de los detalles no tan positivos también.
  • Tan pronto como se enteran que usted está haciendo un reportaje para la radio, los niños lo quieren escuchar. Muchas veces quieren que sus padres también lo escuchen. Ellos deben saber de antemano lo que van a oír de ellos mismos en la radio. Asegúrese de que su organización noticiosa esté de acuerdo con la idea de compartir la grabación con los niños.
  • Una cosa que nos hace la vida más fácil es que los niños en casas de acogida (“foster care”) tienen derechos muy claros a la privacidad. Si los menores están bajo cuidado del estado, sus expedientes están cerrados. En California, usted tiene que obtener una orden judicial para poder entrevistar a un niño en “foster care”, y no está autorizado/a a compartir el apellido y a veces hasta el primer nombre. Tampoco puede compartir información que va a identificar al niño/a. Esto le ahorra cierto tiempo, así que no tiene que hablar con su editor acerca de la pregunta de identificar o no al niño/a.
  • A veces, me resulta difícil mantener una línea clara entre el periodismo y el trabajo social. Recuerdo bien cierto caso en que estaba entrevistando a una joven embarazada de 15 años. Ella no tenía ni diploma de la preparatoria ni trabajo. No había considerado ni el aborto ni la adopción. El padre del bebé tenía 28 años y estaba en la cárcel. Yo no estaba en condiciones de decirle que estaba cometiendo un error, pero me decidí hablar con una trabajadora social. Como periodistas, no podemos involucrarnos, pero yo siempre me siento que tenemos que asegurarnos de que las personas que son los cuidadores de los niños y adolescentes por lo menos estén orientándolos hacia la dirección correcta.