Cubriendo a los niños y el trauma: Una Guía Para los Profesionales del Periodismo

El obstáculo más grande cuando se cubren tragedias que involucran niños es el obtener acceso a la información. Leyes de confidencialidad más estrictas rigen todo desde sus registros escolares y hospitalarios a los archivos del juzgado y de las instituciones de protección de menores.

El poder superar este obstáculo es especialmente importante porque algunas de las peores violencias que soportan los niños ocurren en sus hogares o en ámbitos institucionales. Los niños carecen de una voz propia. Los periodistas se enfrentan con el desalentador reto de encontrar maneras de reportar el abuso infantil y descuido sin causarle más daño a las víctimas.

  • Aprenda a utilizar las leyes estatales y federales concernientes a la privacidad. Aunque la policía o las agencias estatales de protección al menor omitan información que revele la identidad [del niño], los documentos tienen una valor inestimable cuando se trata de proporcionar un contexto y establecer patrones en las historias que tratan con temas desde los profesores que abusan de los estudiantes, a las violaciones de adolescentes.
  • Desafíen las reglas de confidencialidad que se centran más en esconder infracciones institucionales que en proteger a los niños. Si es necesario, involucre al abogado de la empresa.
  • Cuando no es posible entrevistar a la víctima, trabaje en localizar y entrevistar a todas las otras personas en la vida del niño. Hable con los padres, los profesores, los vecinos, amigos, policías, defensores del niño.
  • Esté dispuesto a hablar con fuentes de información que serán “solamente antecedentes” como una manera de obtener una comprensión más profunda del problema. A veces es la única manera de descubrir información crucial.
  • Entreviste a otros niños o familias que han sufrido un trauma similar en el pasado pero que ahora pueden hablar de ello más libremente (por ejemplo, adultos que sufrieron abuso sexual infantil, niños que vivieron en hogares temporales y que ahora ya han sido adoptados).
  • Hable con expertos que puedan poner en contexto un incidente violento. Por ejemplo, averigüe si los índices de abuso infantil han subido o han bajado o cuántos tiroteos han ocurrido dentro de las escuelas en los últimos cinco años.
  • Tenga claro cuáles son las políticas de su periódico o estación de televisión/radio referente a la privacidad de la identidad de víctimas infantiles u ofensores juveniles. La mayoría no identifican a las víctimas de abuso infantil excepto en circunstancias especiales. Generalmente los menores involucrados en un crimen tampoco son nombrados, excepto en el caso que el acusado termine siendo procesado en un juzgado de adultos. Explíquele estas reglas a sus fuentes de información.
  • El identificar a un niño no es siempre una decisión “todo o nada.” A veces los niños y sus padres se sentirán cómodos utilizando solamente su primer nombre o su segundo nombre. Considere el tomar fotos “no-identificadoras” que puedan ayudar a contar la historia. Aunque esas fotos son más difíciles de tomar, estas pueden transmitir de una forma poderosa las dificultades que está atravesando la víctima a los lectores/televidentes.
  • Cuando una víctima y sus padres/tutores están de acuerdo en ser identificados, clarifique exactamente lo que esto significa. Explíqueles las posibles ramificaciones de esa decisión.
  • Solo porque una víctima está de acuerdo en ser nombrada no significa que usted deba hacerlo. Pueden haber circunstancias en las cuales el daño potencial es mucho mayor que el beneficio. En el caso del niño de 11 años que había sido violado por su padre adoptivo, Hansen, [periodista] del Atlanta Journal-Constitution, decidió no nombrarlo ni utilizar fotos que lo pudieran identificar, aún cuando el niño y su madre dijeron que estaban de acuerdo. El periódico decidió que no era justo exponer al niño a la publicidad de un abuso tan gráfico - algo que podía [luego] perseguirlo hasta la edad adulta.

La realidad es esta: Trate a los niños como usted quisiera que un periodista tratara a sus propios hijos.